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miércoles, 4 de febrero de 2009

EXPOSICION TESOROS DE LOS CONVENTOS DE CLAUSURA



La vida moderna, tantas veces una carrera de obstáculos contra el reloj, ha acabado envolviendo a los conventos y monasterios en un halo fascinante y casi enigmático. ¿Qué ocurre tras sus muros? ¿Cómo es la jornada de quienes viven dentro de ellos, en un tiempo congelado por el recogimiento y la liturgia? La ciudad oculta.

El universo de las clausuras de Sevilla, una exposición organizada por la Fundación Cajasol y comisariada por el catedrático de Historia del Arte de la Universidad Hispalense Teodoro Falcón, aspira a reflejar la esencia del día a día en estos lugares y el riquísimo patrimonio monumental y artístico que albergan; el más importante del país, según sus organizadores, aunque raramente a disposición del público general debido a estricto régimen de estas comunidades religiosas.
Como ya adelantó este periódico, hasta 14 monasterios sevillanos (en la ciudad existen hoy 16 en activo) colaboran en esta muestra, "la primera antológica que se realiza sobre este mundo", dice Falcón, que ya organizó un curso universitario (con el mismo título) sobre las clausuras hispalenses. "Además, también se trata de proteger y conservar este patrimonio; pero para ello hay que conocerlo bien", añade. Por ello, el Centro Cultural Cajasol, en la calle Laraña, acoge hasta el próximo 3 de abril un total de 54 obras, entre esculturas (20), pinturas (14), piezas suntuarias y decorativas (10) y documentos de diversa índole (10), desde manuscritos a libros de profesiones, pasando por un privilegio de Alfonso X El Sabio o un ejemplar original con firma autógrafa de Las moradas, una joya de la literatura mística escrita por Santa Teresa de Jesús. Las esculturas que se muestran datan de entre los siglos XV y XIX, y algunos de sus autores son Juan de Mesa, Pedro Millán, Martínez Montañés, Jerónimo Hernández y Mercadante de Bretaña. "Es una exposición con encanto tanto por el tema como por el contenido. Hay cantidad y hay calidad excepcional. También es interesante por su puesta en escena", defendió ayer el comisario de la muestra durante su presentación. El responsable del montaje es el artista Juan Fernández Lacomba, que ha intentado disponer las obras siguiendo una "sutil línea conductora", dada la "diversidad" de las piezas. "Es una exposición difícil, por su complejidad.

El convento forma parte de un mundo cerrado que rechaza el exterior, pero que sin embargo es observado desde el exterior. Por eso he querido que el recorrido de la exposición fuera funcional pero también evocador, para reflejar el ambiente de un convento, en el que convive la mística de la soledad femenina y las labores cotidianas, como las jornadas dedicadas a la limpieza", explicó Fernández Lacomba.

El recorrido de la muestra está estructurado en varias partes. En la planta baja del Centro Cultural Cajasol se encuentra una sección llamada Liturgia, culto y oración, que continene, "como es frecuente en los conventos, un batiburrillo de piezas" que incluye fanales, bargueños, arcas eucarísticas, piezas de orfebrería y, entre otros objetos, un crucifijo atribuido durante mucho tiempo a Francisco de Ocampo y considerado ahora de procedencia anónima.

En la primera planta hay otros tres apartados: Devociones marianas, Culto a los santos y a los ángeles y La imagen de Dios. Entre las curiosidades y las obras más interesantes del catálogo, el comisario destacó el "verdadero" retrato de Santa Teresa, que se conserva en el convento de San José del Carmen, y que fue realizado por fray Juan de la Miseria en 1576. Según Falcón, la retratada, "coqueta", se quejó al autor de su apariencia "fea y legañosa". Aparte de esta obra, también alabó las piezas de Martínez Montañés y Juan de Mesa, y un gran nazareno del convento de la calle Águila que -según prometió- entusiasmará a gran parte del público sevillano", además de varias piezas de artes suntuarias como el arca eucarística del Jueves Santo, del convento de Santa Inés, el báculo de plata del siglo XVIII de la Abadesa de San Clemente y una vitrina rococó con crucifijo de porcelana, de Cayetano de Acosta, procedente del convento de Santa Rosalía.
También participa en esta exposición el fotógrafo Emilio Sáenz, uno de los más reputados de Sevilla, que expone en Cajasol una colección de imágenes tomadas en las últimas tres décadas en distintos conventos y monasterios hispalenses. "Las hice durante mis estancias en estos lugares, donde a lo largo de todo este tiempo he tenido la oportunidad de vivir momentos verdaderamente mágicos. Así que lo que pretendo transmitir en mis fotografías es lo que me he encontrado allí. Además, siempre me han facilitado el trabajo, lo que me ha permitido tener acceso a rituales tan íntimos como, por ejemplo, la procesión claustral interna con la réplica de la Virgen de la Amargura que se celebra en el Convento de Santa Paula", dijo Sáenz, impresionado por el "tremando culto a la muerte" que se da en estos sitios, y del que queda constancia en sus instantáneas de doña María Coronel (en Santa Inés) o de diversos sepulcros.

La exposición se completa con un extenso catálogo (casi 300 páginas) profusamente ilustrado. Se recogen en esta publicación todas las piezas que se exponen hasta abril, aparte de buena parte de las fotografías de Emilio Sáenz, todo ello acompañado con textos de especialistas (el propio Teodoro Falcón, Mercedes Borrero Fernández y Enrique Valdivieso son algunas de las firmas que colaboran).